Este fenómeno se remonta al menos a la Segunda Guerra Mundial con el desarrollo del radar, durante el cual los ciudadanos soviéticos cerca de fuentes de radar informaron un aumento notable de dolores de cabeza, fatiga, pérdida de apetito, dificultad para concentrarse y mala memoria. Las dolencias de las que escuchamos mucho más hoy se han multiplicado por mil en nuestro entorno.
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